«Las
personas somos –todas- radicalmente dependientes. Es verdad que en
la cultura occidental hemos ocultado cosa tan obvia, por admiración
hacia esa otra capacidad nuestra, la autonomía, que los individuos y
los pueblos persiguen como una aspiración... Y, sin embargo, a cada
persona acompañan desde la raíz la inevitable dependencia y la
aspiración a la autonomía, la vulnerabilidad y la capacidad de
hacer la propia vida.
Por eso, curiosamente, la única forma humana de conquistar una cierta independencia es la práctica de la interdependencia. Parece un juego de palabras, pero no lo es. Es el sueño de los viejos anarquistas, el apoyo mutuo, que hace progresar a los individuos y a las especies. El sueño cristiano y socialista de la solidaridad»
Adela Cortina. “Ética de la dependencia”. EL PAÍS, 6-9-2008, pg. 21.
Por eso, curiosamente, la única forma humana de conquistar una cierta independencia es la práctica de la interdependencia. Parece un juego de palabras, pero no lo es. Es el sueño de los viejos anarquistas, el apoyo mutuo, que hace progresar a los individuos y a las especies. El sueño cristiano y socialista de la solidaridad»
Adela Cortina. “Ética de la dependencia”. EL PAÍS, 6-9-2008, pg. 21.
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